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sábado, 9 de abril de 2011

Promediando rostros

Promediando rostros

Cuando en un laboratorio se tiene una medida “fea” (es decir, ruidosa), lo que suele hacerse es repetirla, cuantas más veces mejor, y promediar. Esto elimina en buena medida el ruido, y obtenemos una medida “bonita”.

Por ejemplo, supongamos que estamos midiendo un voltaje en función del tiempo, y obtenemos gráficas como estas:



Promediándolas obtenemos esta gráfica mucho más limpia:



(en realidad no es el promedio de las cuatro anteriores sino de 16: promediar elimina el ruido pero muy lentamente, a un ritmo proporcional a la raíz cuadrada del número de promedios).

Lo curioso es que esto funciona con personas.

En Face Research podemos hacer un curioso experimento. Tenemos a nuestra disposición este panel con fotos de jóvenes de distintas razas:

Elegimos unas cuantas y un programa promedia sus rostros. Por ejemplo, el resultado de promediar las enmarcadas en amarillo (no especialmente agraciadas) es esta hermosa joven:


La cara promedio depende, por supuesto, de qué caras promediamos, pero siempre es más guapa que las promediadas.

Merece la pena ver otras curiosidades en FaceResearch (entre otras, cómo se hacen estos promedios, que no son triviales) y tambien ver en The face of tomorrow los rostros promedio de diferentes ciudades del mundo.

Pero esto es más que una curiosidad. Que un rostro sea hermoso significa que es atractivo, que nos atrae. ¿A qué? En términos biológicos, a intercambiar fluidos… y a la postre, a tener descendencia con esa persona. Según la psicología evolucionista, nos deberían atraer los rostros que sugieran que esa descendencia va a ser los más numerosa posible. Para tener una descendencia abundante es impresicindible la salud. Y el mejor indicador visual de salud es un rostro simétrico, de piel suave y sin manchas. De modo que la evolución nos debería haber programado para que nos gusten este tipo de rostros, porque son los que más garantías ofrecen de que nuestros genes van a perpetuarse.

El efecto de promediar rostros es eliminar el “ruido”: las asimetrías, irregularidades, manchas… Y por eso encontramos atractivos los rostros promediados.

Esta just-so story evolutiva es interesante y seguramente correcta. Pero yo prefiero una más poética. Sabemos, desde Platón, que nuestro mundo es un pálido reflejo, una sombra del mundo de las ideas (o las formas). Cada hombre, cada mujer individual es una realización imperfecta, ruidosa, de la forma ideal de hombre o mujer. Al promediar, y disminuir por tanto el ruido, tenemos un reflejo mucho más perfecto. Ese reflejo más vivo de las formas eternas es el que da su enigmática belleza a los rostros promedio.

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