Una pareja joven de clase alta se escapa de una fiesta con la intención de tener un escarceo amoroso en un coche abandonado. La llegada del capitán Gato y de sus caifanes cambiará los planes de la pareja para esa noche. Juntos, ricos y pobres, realizarán un pintoresco y "didáctico" viaje nocturno por cabarets, gasolineras, parques, funerarias y fondas de la ciudad de México.
Los concursos de cine experimental de 1965 y 1967, organizados por la sección de Técnicos y Manuales del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC), abrieron la puerta a jóvenes provenientes del teatro, la literatura y las artes plásticas interesados en expresarse a través de un medio que se había convertido en el favorito de las nuevas generaciones de artistas. La creación de compañías productoras como Cinematográfica Marte y Cinematográfica Marco Polo también contribuyó a brindar oportunidades a nuevos directores, gracias al "truco" de hacerlos filmar cortometrajes con apoyo del STIC -el otro sindicato cinematográfico- para luego unirlos en un largometraje.
Los caifanes fue una película en la que convergieron varios de estos elementos renovadores. Filmada en cinco episodios, sin que en ningún momento se pierda la continuidad narrativa, la cinta fue dirigida por Juan Ibáñez, un joven director teatral que había debutado en el cine con Un alma pura (1965), uno de los cinco cuentos que integraron el largometraje Amor, amor, amor (1965) ganador del tercer premio en el primero de los concursos de cine experimental.
Los caifanes se convirtió en la más popular de las cintas "de aliento", como se les llamaba en aquellos años al cine que quería romper con los convencionalismos de la industria. Gracias a las estupendas actuaciones de los cuatro "caifanes" y a la ligereza que con la que los actores sortearon una trama y unos diálogos que en algunos momentos amenazaban con volverse pretenciosos, la película logró satisfacer por igual al público de la clase media que a la intelectualidad mexicana de su época.
El argumento de Carlos Fuentes -titulado originalmente "Fuera del mundo"- es uno de los textos cinematográficos más bellos que se hayan escrito en México. Con referencias directas a la literatura de Santa Teresa, Octavio Paz y un sin fin de autores, en combinación con un verdadero mosaico de giros populares del lenguaje, la prosa de Fuentes se fusionó con las estupendas imágenes diseñadas por Ibáñez en una amalgama rica en texturas visuales y sonoras.
Un colorido grupo de actores de apoyo -que incluye la inolvidable presencia de Tamara Garina como la prostituta "fantasma del correo" y al escritor Carlos Monsiváis como un trasnochado santaclós- un Álvarez Félix bien caracterizado y una Julissa más audaz de lo acostumbrado completan esta cinta que aún se disfruta como hace tres décadas y media.
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