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sábado, 3 de octubre de 2009

Martyrs

Argumento: Francia. Una noche a comienzos de 1970. Lucie, una niña perdida hace un año es descubierta andando por una carretera. Está en un estado catatónico y es incapaz de decir nada de lo que le ha sucedido. Los policías no tardarán en encontrar el lugar donde ha estado presa: un antiguo matadero... ¿Qué paso en aquel lugar? ¿Cómo consiguió la chica escapar? Crítica Por Carlos Marín Ambulancias en la puerta de los pases. Vómitos, mareos y desmayos en la platea. Ni el argumento, ni los actores, ni siquiera el director, que hizo un film pasable llamado El internado y que pasó realmente desapercibido, son la base publicitaria de Martyrs. Su carta de presentación es la sensación que produce en la gente que entra en la sala, en sus pensamientos y en sus conclusiones. Y, en cierta manera, es lo mejor que podrían hacer. Entrar en el juego que te propone Martyrs es un acto de fe y confianza, gesto que se debe acometer sabiendo solo lo justo y necesario: una niña maltratada brutalmente que, 15 años después, decide vengarse de la pareja que le hizo eso. Nada más. Todo lo siguiente, las terroríficas consecuencias de ese acto de violencia, deben venir de la inocencia, de la falsa expectación. En ese sentido, Martyrs son dos o tres películas juntas, dilatadas en un montaje largo, pesado y abultado. Las dos protagonistas comienzan en un film violento, que pasa por todas las fases de terror psicológico, físico y torturante que caben en sus dilatados 97 minutos. El buen gusto (es un decir) del director nos lleva por un horrible camino de espinas y juega con el espectador a la identificación del punto de cámara. ¿Con quién nos estamos identificando, con ellas o con los otros? El guión, que es la némesis de cualquier profesor norteamericano de cine, confunde al inocente espectador sin dejar camino alguno a la especulación. Hay tópicos, y hay giros, pero está todo puesto con tal mala fé que solo en Europa se podría haber dirigido. Es un caso claro de remake no realizable, por el mero hecho de que en Hollywood no se atreverían con algo de este calibre, tan poco comercial y tan poco, dada su conservadora ideología, moral. Si a todo esto le sumamos las interpretaciones del elenco protagonista que, aunque no son excelentes, transmiten con facilidad la angustia de la situación, nos queda un producto que no es producto, una cinta de terror transgresora, hecha para provocar y polemizar, una auténtica experiencia de pesadilla. Que nadie piense que va a ver algo parecido a la (excelentísima) À l’interieur. Aquí el gore no abunda, aquí lo que abunda es, hablando en plata, el mal rollo. Cuando uno sale de la sala sabe que las ambulancias, los vómitos y los desmayos son una parte más del merchandising y las ganas de hacer hablar. Pero lo que sí queda es esa espina, esa sensación de lo que acabas de ver es, verdaderamente, algo diferente, aunque en realidad no termine de serlo. E aquí la gran ambigüedad de Martyrs: nadie debería recomendarla a nadie. Pero todos debéis ir a verla. En vuestras manos queda todo. Lo mejor: El modelo transgresor que sigue el film y la inseguridad que produce no saber que pasará a continuación. Lo peor: Que tantas ganas de molestar al espectador puedan provocar rechazo. Fríamente, si no fuera por los últimos 5 minutos no podríamos hablar de film realmente sólido.

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